lunes, 19 de enero de 2015

El milagro se obró


Lo que se vivió ayer en el CenturyLink Field de Seattle fue indescriptible, histórico, algo que quedará en los anales de la NFL, pocas veces un aficionado a este deporte puede disfrutar de algo así, un partido de playoffs, ni más ni menos que en una final de conferencia entre los dos equipos más en forma de la competición nacional que acabe de esta manera. Se ha de reconocer que no fue un partido emocionante como el que se pudo ver en la eliminatoria divisional entre Ravens y Patriots, más bien era un equipo que golpeaba y repartía sin parar, y otro que no veía por donde le venían los golpes y encima no le salía nada. La lógica apuntaba que Green Bay pasaría sin problemas, en playoffs nadie había remontado un marcador de 19 a 7 a cinco minutos del final, sin embargo, el campeón despertó, los que antes estaban adormecidos, ocultos, acarajados comenzaron a brillar, el cielo de la esperanza se abrió y las nubes que cubrían el Century Field dejaron paso al regreso de la ilusión en los aficionados de Seattle, tanto para los que se habían quedado en el campo esperando un milagro, como los que abatidos salían del campo pensando en que ya tendrían otro oportunidad de volver a ser campeones. Wilson, Kearse, Lynch o Willson aparecieron con sus mejores habilidades retornadas para obrar el milagro que todo Seattle, que había quedado en el campo, esperaba. Pero todo esto no hubiese sido posible sin el factor suerte, que fue indispensable para lograr tan enrevesado logro, tanto en el pase extra-parabólico de Wilson a Willson, que parecía más una forma de evitar un sack, como cuando la moneda favoreció al campeón en el inicio de la prórroga. 
Analizando más concretamente el partido, no entiendo como jugando en casa que es garantía de victoria, los Seahawks pueden complicarse tanto la existencia en las finales de conferencia. El año pasado sucedió lo mismo, el partido no empezó bien para Seattle, nada más comenzar Wilson cedió un turnover, y los 49ers tomaron la delantera, al final los de Washington tuvieron que apretar los dientes para remontar el marcador ante un gran equipo comandado por Kaepernick, para al final, en la última jugada del partido aparecer Richard Sherman evitando el touchdown que hubiese dado la victoria a los de California. Este año sin embargo, parecía que Seattle se retaba así mismo para lograr lo más difícil todavía, complicarse más aún la vida, para luego al final lograr el triunfo y dejar al rival con la miel en los labios. No es la primera vez que veo un equipo remontar en los últimos minutos un marcador de desventaja de 2 touchdowns, la última vez fueron los Patriots sobre los Saints hace un par de temporadas en la fase regular, así que sabía que era factible, lo que me hacía dudar era la actitud de Seattle, y el buen posicionamiento de Green Bay. No obstante, cuando a cinco minutos para el final, a los Seahawks comenzaron a salirle las cosas, como si se tratase de un déjà vu, un pensamiento fugaz se me cruzó por la cabeza y pensé: "Esto ya lo he vivido".


Es cierto que Seattle tuvo la capacidad y la suerte de reponerse y acabar ganando un partido que se volvió emocionante a partir de los últimos minutos del encuentro, pero no lo hubiese podido lograr sin ciertos errores claves de Green Bay que los condenaron. Por ejemplo, es cierto que Seattle tiene una de las mejores defensas de la NFL, ayer lo probaron, Sherman demostró a Rodgers en el primer cuarto porque ningún QB se atrevía a lanzar contra él, en el primer intento interceptó el pase. Luego cuando tras ciertos turnovers (intercepciones o pérdidas de balón) por parte de Seattle, los Green Bay conseguieron estar a pocas yardas de la línea de anotación del equipo anfitrión, no se atrevieron a agotar sus cuatro downs para lograr al menos un touchdown. Mike McCarthy, entrenador del equipo de Wisconsin, teniendo en cuenta que Seattle había parado sus intentos previos de anotar, cuando parecía evidente que lo lograrían estando tan cerca, no optó por agotar su último intento y en dos ocasiones prefirió anotar field goals a arriesgarse, cosa que hubiese supuesto alejarse mucho más en el marcador. Otro de los errores que condenaron a los Packers fue no acabar de sentenciar a su rival, durante el partido los Green Bay dominaron con solvencia, lograron 5 intercepciones y seguramente vieron que su competidor no tenía capacidad de reacción, eso pudo favorecer que se confiaran y no rematasen la final atacando a insignias tocadas de The Legion Of Boom, la punta de lanza de la defensa de Seattle. Con Earl Thomas III y Richard Sherman lesionados y renqueantes sobre el terreno de juego, los de Wisconsin no decidieron o no se les ocurrieron atacar en esos flancos débiles. Me da que al tener la victoria, tan a mano, lo descartaron, como quedó demostrado también cuando a poco más de cinco minutos para el final, en los momentos previos del despertar de los Seahawks, Morgan Burnett interceptó un pase de Wilson y con espacio suficiente para correr e ir hacia el campo rival, prefirió hincar la rodilla como si ya todo estuviese hecho y sentenciado. Otro apunte más que ratificó su condena fueron los nervios, cuando la bestia comenzó a despertar pareció que cogió a contrapié a los de McCarthy, que comenzaron a fallar, a no completar sus drives, sus 10 yardas reglamentarias, y para acabarlo de estropear, la defensa que se había mostrado tan eficiente con el ataque de Seattle comenzó a perder su eficacia, de ahí que en menos de cinco minutos los Seahawks anotaran un total de 15 puntos. Pero la jugada clave y tonta del partido que puso la puntilla a los Packers, fue en el chute corto de retorno de Hauschka, cuando a Brandon Bostick no se le ocurrió otra cosa que saltar a por el balón, quitándole la oportunidad a Jordy Nelson que estaba en mejor posición para lograrlo, con la mala fortuna que no acabó de agarrarla bien, se le escapó y le rebotó en el casco yendo a las manos de Chris Matthews, que se hizo con la pelota, recuperando así la posesión para su equipo. Tras esta jugada los Seahawks anotarían 8 puntos, decisivos en el devenir del partido. Por último, en la jugada que dio el pase a la Super Bowl a los Seahawks, la segunda línea de Green Bay fue adelantada, pensando que harían carrera con Lynch, dado que a Russell Wilson no se le veía confiado, pero lo que no le salió bien al quarterback de Ohio en todo el partido, le salió en ese momento, con un pase estratosférico a Jermaine Kearse que sello el billete a la gran final americana en Arizona.


La verdad es que esperaba otra cosa de este partido, esperaba que fuese más competido, más igualado, no esperaba un marcador muy abultado dado que suponía que las defensas anularían bastante a los respectivos ataques contrarios, pero lo que en ningún momento esperaba era un Seattle tan irreconocible. Los Seahawks han pasado de milagro, han tenido fe en ellos mismos, y la suerte les ha ayudado, ya se sabe, cosas del campeón. Ahora el equipo de Seattle tendrá la oportunidad de re-pete y ser desde los New England Patriots en 2004 los únicos capaces de repetir corona en dos años consecutivos. Mientras, a Green Bay le espera un triste y duro regreso a Wisconsin, no han perdido una simple oportunidad para llegar a la Super Bowl, han perdido la oportunidad inmejorable para hacerlo, y esto hará daño, la herida tardará en cicatrizar, al mismo tiempo que habrán de aguantar las bromas desde Dallas, que ven karma entre lo sucedido con Dez Bryant en la jugada polémica entre los dos equipos en el playoff divisional y el fallo de Brandon Bostick, que probablemente tiene sus horas ya contadas como jugador de Green Bay.

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